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El equilibrio en el intercambio

Han pasado ya 3 semanas desde el último post. Han estado cargaditas de un montón de eventos y compromisos que me han impedido estar aquí. Pero ya estamos de vuelta y hoy Coruña Coaching te trae este post súper interesante sobre el Equilibrio en el intercambio, que estoy segura de que te encantará y te abrirá las puertas a una forma distinta y muy sana de ver las relaciones en general y las de pareja en particular.

Desde pequeños, hemos escuchado e interiorizado frases como «da sin esperar nada a cambio», «lo importante es dar, no recibir», etc., que de alguna forma han pasado a ser parte de nuestro sistema de creencias y marcado muchas veces nuestro comportamiento. Tanto, que si en algún momento, osásemos decir o hacer lo contrario, seríamos catalogados por los demás y por nosotros mismos como unos egoístas tremendos.

Pues bien, el post de hoy habla del equilibrio en el intercambio, es decir, entre el dar y el recibir. Y para escribirlo, voy a hacer referencia a un libro que me marcó muchísimo y me sirvió para tomar conciencia de un montón de cosas, de mí misma, de mi pareja, y de las relaciones en general.

El libro se llama «El Buen Amor en la pareja« y está escrito por Joan Garriga, psicólogo humanista y socio fundador del Institut Gestalt de Barcelona. Es una maravilla, como todos sus libros. Me gusta muchísimo, lo releo una y otra vez. No es un libro de autoayuda, no habla de como deberíamos estar en pareja ni de ideales de pareja.

Habla de que cada uno ha de encontrar su propia fórmula para sentirse feliz con alguien. Habla del buen amor, aquel en el que somos auténticos y dejamos que el otro sea exactamente como es, en definitiva, cuando uno y uno suman más que dos.

No quiero descubrirte mucho más sobre el libro, porque te recomiendo que lo leas y lo disfrutes. Pero sí quiero reflexionar sobre mi propia experiencia sobre el equilibrio. En todas las relaciones humanas se produce un intercambio: damos y recibimos.

Y todos de alguna manera, sabemos, notamos, cuando no hay equilibrio en este intercambio. Muchas veces no se trata de que no nos den, sino de que damos tanto, que al otro le es imposible devolver en la misma medida, generando en él un sentimiento de deuda permanente, y en nosotros, de frustración e infelicidad.

A mi me ha pasado y me pasa de vez en cuando, sobre todo en el ámbito familiar. Muchas veces doy demasiado. Tanto que con el tiempo, me siento mal (baja de ánimo, agotada, frustrada) y me doy cuenta de que es porque no hay equilibrio. Me olvido de mí, poniendo sus prioridades por encima de las mías. Ocupándome de todo y no dejando que ellos se ocupen. Con lo cual, me cargo yo solita de mil responsabilidades, y de alguna forma, inconscientemente, espero que se me devuelva cuando yo lo necesito. Y… ¿Qué suele ocurrir?

En esas ocasiones no me siento correspondida en la misma medida. Y no porque mi familia no me quiera, ni no me de o aporte suficientes cosas: apoyo,amor, comprensión, etc. Pero claro, pongo el listón tan alto, que es difícil que devuelvan de la misma forma, o sencillamente, como yo espero. Primero, porque no se trata de devolver lo mismo, sino lo que cada uno es capaz de devolver. Y segundo, porque si no pido, ni dejo que me ayuden, porque yo soy «superwoman»… ¿Cómo lo van a devolver?

Lo bueno, es que tomando conciencia de lo que ocurre, hay solución. Además de pedir, cuando queramos o necesitemos algo, la solución pasa por equilibrar. ¿Y cómo se consigue eso? Se consigue no dando tanto. Sí, como lo has leído: no dando tanto. Dándole al otro sólo lo que es capaz de tomar y compensar de alguna manera.

 

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A veces, ayudamos más no ayudando. A veces, damos más no dando. (Esta reflexión se las trae, ¿eh?).

Hay un capítulo en el libro al que quiero hacer referencia. Me impactó cuando lo leí, y ahora te explico porqué. Habla de la venganza amorosa. Aunque habla de venganza, en este tema me parece un concepto necesario y constructivo.

Si volvemos a hablar de intercambios, estos pueden ser de dos maneras. Positivos, cuando lo que damos y recibimos está en sintonía, y nos hace crecer y ser así más felices. Damos cada vez un poquito más. Y el otro nos devuelve, cada vez, un poquito más. Crecemos.

Pero… ¿Qué pasa cuando el intercambio es negativo? Como seres humanos que nos relacionamos, hay veces que incluso sin querer, nos vamos a lastimar. En algún momento, es probable que nos hagamos daño, que uno haga daño al otro. Pues bien, aquí es cuando entra la venganza amorosa, que no es sino otra forma de restablecer el equilibrio.

En este caso, es necesario devolver el daño, pero esta vez un poquito menos, porque es con amor. Sé que es impactante, pero es una forma de no situarnos por encima del que nos ha hecho daño (yo, el bueno, te perdono a ti, pecador) y al mismo tiempo, de permitir que el que hizo el daño quede liberado de ese sentimiento de culpabilidad y deuda por habernos dañado. De restablecer el equilibrio.

Así que en lo negativo, se trata de cuidar de ambas cosas: de restablecer la justicia y del amor.

Cuando se dice un poco menos, es un poco menos. El autor nos ayuda a entenderlo más fácilmente, poniendo el ejemplo de un hijo que se ha portado mal y ha hecho un daño a la unidad familiar, del tipo que sea.

Como padres, decidimos que esa conducta tiene que tener una consecuencia, por ejemplo, no salir el fin de semana. Si cuando llega el domingo, a las 7 de la tarde, le decimos: «Venga, Jaimito, ya es suficiente, sal un rato», nuestro hijo pese al castigo, seguirá sintiendo que le queremos, que la relación no ha sido dañada aunque su conducta haya tenido una consecuencia. Le estamos devolviendo un poco menos. Le aliviará y sentirá que no sólo se cuida de la justicia, sino también del amor.

Si por el contrario, el domingo a las 7 entramos en su habitación y le decimos: «¡Y el próximo finde, tampoco sales!», lo que entenderá, es que nos estamos ensañando con lo que ha ocurrido y le estamos haciendo sufrir. Sentirá que se menoscaba la relación, el vínculo. En vez de un poco menos, le estaremos devolviendo más daño.

Con la pareja, al igual que con todas las relaciones, sucede lo mismo. Se trata de encontrar el equilibrio en el intercambio, para cuidar bien de nuestras relaciones. Y como siempre, todo pasa primero por tomar conciencia y asumir nuestra responsabilidad en lo que nos sucede. Valorar cómo nos sentimos en nuestras relaciones, observando lo que damos y lo que recibimos, pedir lo que necesitamos y comunicar lo que sentimos, son algunas formas de cuidar el equilibrio en las mismas.

Espero que te haya gustado este post de Coruña Coaching. Te dejo un enlace a una entrevista fantástica de Joan Garriga (pincha aquí). Es una delicia escucharlo, así que te animo a que lo hagas. Estoy segura de que te quedarás con ganas de más y por supuesto, de leer su libro.

 

 

 

1Comment
  • Mary
    Posted at 07:44h, 14 junio Responder

    Me ha encantado.
    Sencillamente limpio, directo, honesto y muy cierto.
    Nos olvidamos tantas veces de nosotros…
    Tienes mucha razon, realmente debe existir un equilibrio entre lo que damos y/o recibimos para que todo marche «sobre ruedas «.
    Gracias una vez mas y por favor, continua

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